El trabajo de un traductor siempre requiere una gran creatividad, además de profundos conocimientos lingüísticos y gramaticales. Sin embrago, algunos tipos de traducción requieren mucha más creatividad que otros: uno de los ejemplos más significativos de traducción creativa es la traducción del texto de una canción.
¿Qué hay que tener en cuenta y cómo se consigue una auténtica adaptación musical que pueda utilizarse, por ejemplo, para la banda sonora de una película?
A la hora de traducir una canción, hay tres elementos que siempre se deben considerar:
Como hemos visto, el traductor que trabaja con la letra de una canción tiene que tener en cuenta varios elementos y elegir una estrategia incluso antes de embarcarse en la traducción propiamente dicha.
Un traductor profesional conoce muy bien las diferencias fonéticas entre la lengua de origen (o lengua de partida) y la lengua de llegada (o lengua meta): estas diferencias representan quizá la mayor dificultad a la hora de traducir una canción. Un traductor inglés-italiano, por ejemplo, sabe que en la lengua de origen las palabras suelen estar formadas por pocas sílabas, muy diferente de las palabras italianas, que suelen ser polisílabas (formadas por cuatro sílabas o más): teniendo en cuenta que la música habrá sido diseñada para ajustarse al texto inglés, sería impensable traducir una canción de forma literal, porque hacerlo distorsionaría por completo la métrica original.
El objetivo del traductor de canciones no es tanto recuperar el texto original con absoluta fidelidad, sino crear (o transcrear) un nuevo texto que también sea «cantable» en la lengua de llegada.
La habilidad del traductor en este caso radica precisamente en encontrar el equilibrio adecuado entre musicalidad y significado. Quizá se pierdan juegos de palabras o referencias culturales del texto original, pero un traductor hábil es capaz de inventar otras nuevas que resulten amenas, naturales y comprensibles para el oyente en la lengua de llegada.
Sin embargo, hay otro aspecto importante que hay que tener en cuenta a la hora de abordar la traducción de canciones: el mundo del doblaje.
El trabajo del traductor de canciones se vuelve aún más meticuloso y complejo si la canción de la cual tiene que traducir la letra también debe adaptarse para el doblaje de una posible película.
La dificultad concierne principalmente a las obras cinematográficas o televisivas que contienen escenas en las que hay verdaderas intervenciones cantadas: en este caso, la pista de audio no estará solo de fondo, sino que deberá estar perfectamente sincronizada con los movimientos labiales de los actores (el famoso lip-sync). Esto ocurre casi siempre en los musicales, pero también en muchas películas infantiles, por ejemplo las numerosas adaptaciones live-action de Disney estrenadas en los cines en los últimos años. Sin ignorar, además, que la animación también avanza a pasos agigantados, cada vez más detallada y realista, de modo que incluso para un personaje animado puede ser necesario recurrir a la sincronización labial para evitar que la canción suene poco natural en relación con los movimientos de su boca.
Para el traductor, esto representa otro reto, porque además de equilibrar fonética y significado, tendrá que asegurarse de adaptar la traducción a la película. Si el actor en escena pronuncia una «O», el texto traducido no puede prever que el actor de doblaje cante al mismo tiempo una «E» en su lugar.
En los últimos tiempos, sin embargo, gracias a la creciente globalización, la opción más común sigue siendo no traducir la parte cantada, lo que permite al espectador disfrutar de la interpretación del actor sin artificios añadidos.
El doblaje de películas, por tanto, presenta dificultades objetivas que pueden superarse no solo por la habilidad del traductor, sino también por las circunstancias.
En el caso de algunos dibujos animados, por ejemplo, es impensable dejar la letra de las canciones en el idioma original, ya que los estribillos, ciertamente pegadizos, deben ser inmediatamente comprensibles para los más pequeños. Muy distinta es la condición a la que pueden someterse los largometrajes para adultos: la elección, en este caso, queda enteramente en manos de la producción.